El sistema nervioso es probablemente uno de los sistemas más erróneamente
comprendidos en relación con el envejecimiento normal. Es una equivocación común
afirmar que todas las personas de edad avanzada se vuelven seniles y muchas
veces, el estado de confusión se atribuye al “envejecimiento” cuando la causa
puede ser de hecho una enfermedad. Aunque los cambios se presentan en el
sistema nervioso, no se puede asumir que la senectud es una parte normal del proceso
de envejecimiento. Pueden afectar los sentidos del tacto, la visión, la audición
y demás.
El envejecimiento, en la faz anatómica, es acompañado de una serie de
cambios macroscópicos, los que pueden ser observados a través de técnicas
radiológicas como TAC (Tomografía Axial Computarizada) y/o la Resonancia Magnética.
Estos estudios ponen de manifiesto el aumento del tamaño de los surcos
corticales, la dilatación del sistema ventricular y la reducción del ancho del
córtex. Todos estos cambios se traducen en una pérdida del peso y volumen cerebral.
Desde la juventud hasta las últimas fases de la vejez, la masa cerebral total
llega a reducirse hasta una media de 233 gramos en el hombre.
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