Para poder vivir bien la vida es necesaria no solo la
inteligencia cognitiva sino también ( y sobre todo) la inteligencia emocional,
aspecto de la personalidad que tan olvidado se había tenido.
La autoestima va de
la mano con el funcionamiento de la inteligencia emocional: las personas con mas
adecuada expresión de sus sentimientos y emociones son a la vez personas
seguras de si mismas, con mayor sentimiento de libertad y autonomía, con mejores
relaciones interpersonales, y por ellos mismo con mejor nivel de autoestima. Esto
es de gran importancia en el proceso de envejecimiento.
Una de las primeras crisis de la edad madura es a menudo una
crisis de desgaste, desanimo y desilusión, por la experiencia que vive el
adulto mayor al verse, de pronto, no aceptado.
Esta es una crisis que se ve
agudizada por la pérdida que va viendo el adulto mayor: perdida del trabajo
donde se sentía útil, perdida de los seres queridos y amigos que van muriendo. Si
estas perdidas no se compensan por medio de convenientes ejercicios de
inteligencia emocional (buen manejo del campo afectivo-emotivo) no será nada
raro que el adulto mayor se sienta invadido de perjudiciales sentimientos
negativos, que afectan su autoestima, especialmente en las mujeres.
REFERENCIAS : Referencia: Maria A. Cornachione :Psicología de la vejez: aspectos biológicos, psicológicos y sociales, Argentina -2006
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